El Huevo: Retos Y Oportunidades

James Abad Presidente del ILH
Jabad@ilhala.org
XXII Congreso Centroamericano y del Caribe de Avicultura. Panamá. Mayo 2012.
  1. La población mundial está en constante crecimiento, actualmente llegamos a más de 7000 mil millones de habitantes. Este crecimiento hace que cada vez sea más difícil satisfacer las necesidades nutricionales de esta gran cantidad de gente, lo que ocasiona que una parte importante de la población esté mal alimentada.

    El problema de la mala alimentación abarca dos dimensiones fundamentales: La primera es la pobreza en la que vive gran parte de la población, y la segunda es la falta de promoción de educación alimentaria en contraste con la gran maquinaria publicitaria de diferentes productos de consumo masivo.

    En Centroamérica tenemos casi 65 millones de habitantes. De estos, un promedio del 35% se encuentra entre los 0 y 14 años. Actualmente el ingreso per cápita anual promedio del 20% más pobre de la población asciende a US $800, lo que nos dice que alrededor de 12 millones de persona viven con US $2 diarios. Siendo un poco más específicos, este dato empeora si analizamos sólo el 10% más pobre, llega, en el peor de los casos, a US $0.52 diarios, lo cual pondría a estas personas por debajo de la línea de pobreza extrema, y en el mejor de los casos, a US $1.19. Si a esto le sumamos que hay inversiones publicitarias cuantiosas en productos que ofrecen poco o ningún valor nutricional, sin beneficios para la salud, y que por el contrario pueden afectarla, estamos ante una situación especialmente delicada que requiere el compromiso de todos los sectores para cambiarla.

    Lo planteado nos lleva al segundo problema en cuestión: ¡la falta de campañas de educación alimentaria! Esta ausencia tiene como consecuencia que la población no opte por los alimentos que serían beneficiosos para su salud, sino que en cambio consuma alimentos de bajo nivel nutricional. Dicha afirmación se puede ver plasmada en el contraste de los datos de la cantidad total de inversión en pro una alimentación saludable en los países latinoamericanos la cual es de US $200 millones contra la cifra de la inversión en campañas publicitarias de las principales compañías de chocolates y gaseosas, la cual asciende a US $25,000 millones. Esta enorme desigualdad ayuda a comprender por qué una persona elige comprar productos de baja densidad nutricional en lugar de alimentos saludables a pesar de que su valor nutricional es mucho más alto. Si a esto le sumamos que una parte importante de la población vive en pobreza y/o pobreza extrema, se podría entender, por más ilógico que parezca, por qué una persona que gana menos de US $2 diarios utiliza los escasos ingresos que obtiene en comprar productos que no le proveen ningún beneficio para su salud, sino que inclusive pueden tener efectos nocivos para su organismo, en vez de un alimento natural, que además de tener un bajo precio le proveería los nutrientes necesarios para un buen funcionamiento del cuerpo, previniendo la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles. Existe un consenso internacional para reducir la incidencia de desnutrición, especialmente en los niños menores de 5 años. Desnutrición es un término amplio, que abarca varias situaciones:

    Deficiencia de micronutrientes: Por ejemplo un niño puede recibir la cantidad adecuada de energía (Kcal) pero no de micronutrientes, lo cual conlleva a que su peso y talla sean los adecuados para su edad y su aspecto no sea el de un niño desnutrido, pero su desarrollo cerebral sea deficiente.

    Desnutrición aguda: Por otro lado, un niño puede recibir una cantidad de energía y micronutrientes menor a la adecuada por un período de tiempo corto, lo cual conlleva a un estado de desnutrición aguda, bajo peso para la talla (que puede ser recuperado si se detecta y trata a tiempo) previniendo daños en su desarrollo intelectual.

    Desnutrición crónica: Si no se soluciona el problema de déficit de energía y micronutrientes rápidamente, el niño dejará de crecer y desarrollarse a un ritmo normal, lo cual se traduce en un caso de desnutrición crónica, caracterizado por una baja talla para la edad. La baja estatura no es el único retraso irrecuperable que sufren estos niños, la desnutrición crónica siempre va acompañada de un retardo en el desarrollo estructural del cerebro, lo que inevitablemente origina un retardo en el desarrollo intelectual.

    Los países latinoamericanos se caracterizan por tener, en su mayoría, elevadas tasas de desnutrición crónica en sus niños menores de 5 años, así como de deficiencia de micronutrientes, especialmente de hierro. Esto se traduce en niños que no sólo durante la infancia van a tener un menor rendimiento escolar, sino cuyo desarrollo intelectual va a estar limitado para el resto de sus vidas. Es en este contexto que el HUEVO, dada su alta densidad nutricional y relativo bajo costo, aparece como la mejor opción para combatir la mala alimentación en la región y convertirse en un aliado estratégico en la lucha contra la desnutrición crónica, tanto en la prevención de la misma, como en la prevención de algunas de sus consecuencias.

    El huevo es un alimento altamente proteico; además, sus proteínas son las de mejor calidad después de la leche materna, por tanto, son las que mejor se absorben. Asimismo, el huevo contiene todos los minerales y vitaminas que el cuerpo necesita, a excepción de la vitamina C, y aporta cantidades importantes de antioxidantes y colina, un nutriente muy importante para el desarrollo cerebral, que unido a las proteínas de alto valor biológico del huevo y a sus grasas principalmente monoinsaturadas, pueden contribuir a un mejor desarrollo intelectual y a la prevención de las enfermedades crónicas no transmisibles (ej.: diabetes, obesidad, síndrome metabólico, etc.) que aparecen en la edad adulta como consecuencia de la desnutrición crónica padecida en la infancia.

    Otro punto a destacar, es que el huevo no es sólo un alimento nutritivo, sino que está al alcance de toda la población por su bajo costo y ofrece la mejor relación costo-beneficio, que ningún otro producto o alimento conocido puede igualar, por lo que su ecuación de valor es insuperable. Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que ofrece el huevo, aún es un alimento de bajo consumo en la región comparado con otros países. El consumo per cápita promedio al año en Centroamérica es de 140, lo cual es 100 huevos menos que el estadounidense, y 200 huevos menos de lo que consumen los habitantes de México, Israel, Japón y China, países en donde puede llegar a 400 huevos por persona al año. Otro punto relevante a analizar son las campañas de marketing de los productos sustitutos directos del huevo. Vamos a exponer qué ofrecen éstos y compararlo con lo que ofrece el huevo:

    1. Leche: Los comerciales de leche ofrecen un aumento en el crecimiento (talla) si se consume tres vasos diariamente.

    2. Leches Enriquecidas: Los comerciales de leches enriquecidas prometen niños más inteligentes a través de la adición de nutrientes como la colina y los ácidos grasos esenciales de la familia omega 3 y 6 (EPA, DHA y ARA). El huevo es fuente natural de los nutrientes que ofrecen ambos productos, e incluso los contiene en cantidades mayores y en una matriz que permite una mejor asimilación de los mismos.

    3. Avena: Los comerciales de avena ofrecen una elevada cantidad de fibra soluble para asociarlo con bajos niveles de colesterol. El huevo es un alimento cardiosaludable; no por su contenido de fibras, sino por la predominancia de las grasas monoinsaturadas, similares a las del aceite de oliva, y a la elevada cantidad de antioxidantes que contiene, los cuales lo convierten en un alimento favorable para la protección frente a la formación de placas ateromatosas y prevención el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

    4. Cereales: Los comerciales de cereales para el desayuno por lo general resaltan que están enriquecidos con todas las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita para mantener la salud. El huevo las contiene de forma natural, en cantidades óptimas y con una biodisponibilidad superior.

    En síntesis, los beneficios que ofrece el huevo son muy superiores a los que ofrecen sus competidores y sustitutos directos, los cuales lo convierten en la mejor opción para combatir los problemas de desnutrición de la región, producto de la mala alimentación, y en un elemento que debería estar siempre presente en la mesa de las familias latinoamericanas.

    Todos los puntos a favor del huevo, tanto sus atributos nutricionales y sus ventajas frente a los sustitutos, así como su bajo precio, podrían y deberían utilizarse en campañas de promoción del mismo, y de esta manera promover su consumo y aumentar su demanda. La promoción del consumo de huevos debería ser vista como un punto central de todas nuestras agendas a nivel de gremios y de productores.

    Tenemos que unirnos, levantar nuestras voces y hacer que en toda Latinoamérica se conozca la verdad sobre el HUEVO, destacar que es el mejor aliado para combatir la desnutrición y lograr que sea reconocido como el mejor alimento después de la leche materna.